Hoy estaba previsto que partiéramos de Castro Urdiales e hiciéramos noche en Guriezo, caminando unos pocos kilómetros por terreno suave para probarnos ya que es la primera jornada, pero como tuvimos que pernoctar en Islares empezamos aquí y llegaremos hasta Laredo ganando así un día sobre el calendario inicial. Ya encontraremos oportunidad de utilizar este día que guardamos en la recámara.
Estábamos realmente cansados y no madrugamos mucho. Partimos sin desayunar porque está todo cerrado y, siempre por carretera, llegamos a Guriezo donde almorzamos. Aquí hablamos por primera vez con Natalia y Nerea con las que, días después, estableceríamos una bonita amistad.
De nuevo carretera hasta El Pontarrón, allí nos recomiendan que sigamos por asfalto pero, como somos así de chulos, nos vamos por donde ya no lo hace nadie y nos subimos La Magdalena. ¡Ala!, primer día y “to parriba”. Resulta pesado subir pero el paisaje es espléndido.
Arribamos a Liendo deteniéndonos en un bar-supermercado donde tomamos un “frugal” tentempié. Seguimos atravesando un valle, después más carretera y aparecemos en un alto con unas espléndidas vistas de Laredo y su magnífica y gran playa de La Salvé. Bajamos unas largas escaleras y entramos en la ciudad por la Puerta de San Lorenzo del s.XIII muy bien rehabilitada (también llamada Puerta de Bilbao y, originariamente, Arco de la Calzada).
Nos encaminamos al “Bar Lucio” donde Miguel ha negociado la comida: fabes con almejas. Tras el ritual (aperitivo, comida, postre, café y chupito) a las cinco de la tarde hacemos entrada triunfal en el albergue Casa de la Trinidad donde alguien nos llama educadamente “escandalosos adolescentes” porque hemos entrado tal como elefantes por chatarrería y había gente durmiendo la siesta a la que hemos desvelado.
El albergue ocupa unas dependencias en un lateral del convento de las monjas Trinitarias. Es amplio, cómodo, limpio, dotado de lavadora, cocina y salón-comedor que permiten relajarse y descansar perfectamente.
Ducha, colada y algunos se van a la playa mientras otros damos un paseo por la ciudad y hacemos la compra para la cena que preparamos y compartimos con unas simpáticas chicas catalanas, dos ciclistas cordobeses y una agradable sevillana, María, que resulta que conoce nuestro blog, departiendo con todos ellos y convirtiéndose en una grata tertulia. Para rematar, y aprovechando que tenemos llave para entrar y salir a deshoras, nos vamos unos pocos a tomar un gin-tonic por el pueblo, pero es lunes y no hay casi nadie, así que charlamos un rato con Antonio de Tomelloso, con quién nos hemos encontrado, y volvemos al cubil. Procuraremos no despertar a nadie otra vez no sea que nos saquen al patio o nos pongan de rodillas y con los brazos en cruz.
Empezamos
Carretera por todos lados
Una aldea
Vamos a subir La Magdalena
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