Hoy no madrugamos nada y dedicamos un rato a despedirnos e intercambiar direcciones con gente que hemos ido conociendo y que acaban su periplo aquí en Santander. Luego desayunamos en la cafetería de la estación e iniciamos la marcha tranquilamente por las calles de la ciudad en dirección a Cuatro Caminos. Parsimoniosamente atravesamos el núcleo urbano y nos vamos fraccionando; Nerea y Natalia se han unido al grupo y, como jovenzuelas que son, van en cabeza; María, Paco y yo cerramos la marcha y nos vamos contando nuestras impresiones varias sobre temas diversos, incluyendo la supervivencia del lince ibérico en su hábitat actual. Caminamos junto a las vías del tren todo el tiempo hasta llegar a Santa Cruz de Bezana donde “asaltamos” un supermercado y nos vamos a un parque a dar cuenta del botín.
Reanudamos el recorrido una hora más tarde, después de que la bota de vino haya circulado de lo lindo, y lo hacemos andando por carreteras interiores hasta Boo, donde se nos presenta la disyuntiva de atravesar el río Pas por el puente del tren o continuar hasta Puente Arce, Oruña y volver hacia Mogro, Cudón y Miengo, o sea, un vueltón de aupa todo por asfalto.
Como el grupo es grande hay opiniones distintas formándose dos facciones: unos continuarán la ruta larga y otros tomaremos el tren en Boo para cruzar el río. Nos bajamos en Requejada por lo que hemos acortado bastante la etapa y nos encontramos caminando junto a la N-611 de intenso tráfico, pegados a la fábrica de Solvay (importante grupo químico y farmacéutico internacional de origen belga). Desde aquí una intensa caminata por asfalto hasta el albergue “Arco Iris” en el barrio Iso de Queveda a escasos 3 km. de Santillana del Mar, la ciudad de las tres mentiras: ni es santa, ni es llana, ni tiene mar.
El albergue está situado en un caserón de dos plantas solitario en medio del campo, lo regenta un matrimonio mayor y su hijo y reune las condiciones necesarias para un buen descanso. Ocupamos el piso alto y nos dedicamos al aseo y colada mientras esperamos a los hermanos López que, junto a Natalia y Nerea, formaron la facción valiente de la panda y marcharon por la ruta larga.
Como se camina permanentemente por carretera han tenido un percance con unos vehículos pesados que a punto ha estado de costarles un disgusto serio y que, por suerte, se ha saldado con un gran susto y unas buenas ronchas en las pantorrillas de Nerea al meterse en un bancal lleno de ortigas huyendo del camión, y que le ha hecho pasar por un centro médico. Viene con ellos Stephan un biólogo alemán, agradable y simpático, que andaba algo perdido por el camino.
En taxi nos desplazamos hasta Santillana recorriendo sus calles iluminadas al anochecer y escanciando unas sidras mientras esperamos la hora de la cena. Recorremos varios restaurantes eligiendo “El Jardín del Marqués” que está situado en un amplio y fresco patio donde cenamos contundentemente. Luego paseito por las sombrías callejas y regreso al “Arco Iris” con los mismos medios.
Pic-nic en Santa Cruz de Bezana
La bota de Antonio que no pare
Esta preciosidad nos acompaña todo el almuerzo
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