Durante el desayuno se produce algún tira y afloja con la “doña” del albergue porque se pone en plan usurero y hay que dialogar un poco con ella. Calmadas las aguas, recogemos material y marchamos hacia Santillana. María tiene jaqueca y se queda descansando, luego partirá con Miguel.
En el trayecto observamos cómo sólo dos personas son capaces de segar un campo de maíz, triturarlo para pienso y llenar el camión hasta los topes en unos minutos (vídeo). Con estos equipamientos actuales la mano de obra se reduce al mínimo.
En poco más de media hora llegamos a Santillana, elegido por votación popular el pueblo más bonito de España y considerado uno de los principales atractivos turísticos de Cantabria. Sus calles están repletas de tiendas de productos típicos cántabros como las anchoas de Santoña, el queso picón de Tresviso, la cecina de ciervo, los sobaos pasiegos, .….., destacando entre sus notables edificios la Colegiata de Santa Juliana o Santa Illana (s.XII) que da nombre al lugar. Atravesamos las empedradas callejas en busca de marcas que nos saquen del pueblo pero está muy mal señalizado, así que acabamos en el camino que conduce a las cuevas de Altamira que, como sabemos, no se pueden visitar. Es una pena porque sería interesante verificar la afirmación del gran Pablo Picasso: “Después de Altamira todo parece decadente”.
Ya hemos salido del casco urbano y llevamos un paso ágil y rápido por un terreno sube-y-baja, siempre por camino asfaltado que compartimos con algún que otro peregrino, como Mel un belga-español afable y comunicador. Pasamos junto a la iglesia de San Pedro Apóstol (s.XVI) a las afueras de Oreña y nos encontramos con Jose un joven lugareño que cría vacas y está muy empeñado en enseñarnos los terneros que nacieron anoche, resultando una experiencia ilustrativa el conocer la cantidad de litros de leche diaria que consumen estos pequeños y el precio que se paga por ellos al mes de vida.
En Oreña nos detenemos a almorzar en el bar “Las Sopeñas – Casa el Siete” de la familia Cosío coincidiendo con algunos de los miembros que forman el grupo musical Hermanos Cosío, quienes nos deleitan con unas cuantas canciones de su repertorio interpretadas con unas magníficas voces (vídeo).
Con la panza bien llena, reanudamos la marcha con la intención de arribar a Comillas, pero en Cóbreces Miguel ha encontrado un amplio sitio para dormir dos noches por un excelente precio, así que ya tenemos motivo para utilizar ese día que nos sobra desde el inicio y lo emplearemos para darnos un chapuzón en el Cantábrico y conocer el entorno.
Nuestra posada de hoy y mañana será el edificio del Colegio San José Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul construido en el siglo XIX (1.872) por Alfoz de Lloredo, que en su momento albergó a 200 chicas internas y en la actualidad lleva 30 años cerrado; aunque recientemente se ha utilizado para campamento de verano de niños por lo que su estado de conservación no es malo del todo. Recorremos e inspeccionamos el edificio, situamos nuestros aposentos y marchamos a la playa donde pasamos la tarde.
Después de las duchas (los berridos se oyen en la “Chimbamba” porque no hay agua caliente) nos vamos a cenar al bar que tenemos enfrente (no se cómo lo hacemos pero siempre hay un bar cerca) mientras vemos el partido entre el Atlético de Madrid y el Inter de Milán por la copa de “no-se-qué” (hay tantos trofeos que ya me pierdo), y que gana merecidamente el Atlético.
Llegan Miguel y María que han estado en Santander esta tarde y al poco aparece también David, el chaval que nos ha alquilado el edificio, uniéndose todos a la mesa. Paco saca la trompetilla y nos ambienta con “Paquito el Chocolatero” (vídeo) y David, haciendo como Iker Jiménez en Cuarto Milenio, se dedica a contar leyendas populares acerca del edificio donde vamos a dormir, con las que consigue atemorizar a las chicas (sospecho que no sólo a ellas).
Nos agenciamos material para cubatas y marchamos a nuestro “palacio” a echar unas risas y unas partidas al futbolín y al chinchón. Flota en el aire el recuerdo del espíritu de Zacarías, el niño protagonista de uno de los cuentos de David, por lo que hay pocas ganas de irse a las habitaciones y apagar la luz, lo cuál, unido a que la noche está resultando entretenida, hace que la madrugada nos pille desgastando la baraja en un ambiente agradable y divertido.
Negociando con la "doña" del Arco Iris
Nos ponemos en marcha. A nuestras espaldas el albergue
Natalia y Stephan
Es temprano pero ya hay turistas
Camiseta de recuerdo
Vamos que nos vamos
Platicando con Mel
San Pedro Apostol (s.XVI), en Oreña
Jose.......
.......Que nos enseña sus terneros
Así es como más me gustan las vacas
Aquí la estamos degustando......
.......Donde los Cosío nos cantan algunas canciones de la tierra. (Ver video)