30 de agosto, lunes:
Desayunamos en el mismo albergue y comenzamos la ruta. Un matrimonio mayor de la zona que lleva nuestro mismo camino nos hacen de guías ahorrándonos un buen trecho de carretera hasta La Acebosa, luego subida al alto de la Rejoya desde donde se disfruta de unas estupendas vistas sobre San Vicente y sus marismas. Al poco, dando un gran rodeo, llegamos a Hortigal donde se dividen los caminos del Norte y Lebaniego cambiando nuestro estatus de peregrinos a crucenos. En Gandarilla nos reunimos con Miguel que nos estaba esperando para almorzar y enseguida iniciamos la subida por carretera a un gran collado, gastando en el esfuerzo parte del chorizo del bocata.
Recorremos el pueblo de Bielva y seguimos hacia Cades parando a tomar un refrigerio en un coqueto hotel rural al borde de la carretera. Queremos visitar una ferrería medieval restaurada y en uso que hay en Cades donde se puede conocer el forjado y moldeo del hierro, pero los lunes cierran, así que nos quedamos con las ganas.
Continuamos siempre por carretera aunque el paisaje compensa el cansancio y el exceso de asfalto. No me encuentro bien, tengo retortijones que pueden deberse al agua que bebí en una fuente pública en Bielva, pero ya falta poco para La Fuente y allí hay un buen albergue para descansar y reponerse.
La Fuente es una pequeña aldea al cobijo de una sierra, donde hay una menuda iglesia románica (s.XII) dedicada a Santa Juliana que fue declarada bien de interés cultural en 1984; tiene muy pocos habitantes y ningún servicio, ni siquiera bar, que ya es raro. Miguel se ha desplazado a La Hermida mientras nosotros llegamos, y ha comprado todo lo necesario para que esta noche organicemos una estupenda cena en compañía de Nacho, Lucia y su padrino Manolo que vienen desde Santander a despedirse de nosotros.
El albergue ocupa el edificio de la antigua escuela rural y es nuevo, moderno, funcional, está limpio, muy bien amueblado y su cocina tiene un menaje completo, así que nos ponemos manos a la obra ocupándose cada uno de un menester, quedándonos una cena magnífica.
La fiesta se dilata hasta que los santanderinos se tienen que marchar porque les queda un largo trecho por unas carreteras complicadas. De nuevo un momento emotivo, las despedidas siempre lo son. Gracias por todo amigos, nos habéis tratado de cine. Esperamos veros pronto de nuevo.
Recogiendo bártulos que nos vamos
Paquito López luciendo tipo
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