Nos levantamos con la salida del sol pero sin prisas. Un vecino del pueblo nos recomienda un atajo que ellos utilizan para salir del valle en vez de la carretera y, efectivamente, es más corto pero tiene una pendiente del tropecientos por cien.
Ya vamos por la CA-282 reponiéndonos del subidón a lo alto del collado de Hoz; ahora es cuesta abajo y los hermanos López se lanzan, los demás los seguimos a distancia despreciando el sendero que nos habría llevado en un plis-plas a Cicera, por lo que caminamos unos cuantos kilómetros extras.
Cicera es un coqueto pueblo de casas antiguas restauradas situado en el fondo de un valle donde nos tomamos un respiro almorzando en el hotel-casa rural “El Molino de Cicera”, atendidos amablemente por su propietaria Asun que nos prepara algunas delicias de la tierra y nos recomienda subir al pueblo de los quesos, Tresviso.
Tras el repostaje, iniciamos el ascenso al collado de Arceón que también se las trae ¡Vaya desniveles que tiene!, menos mal que es por en medio de un precioso bosque y no por asfalto. Con la lengua fuera y visiblemente “perjudicaos”, arribamos a lo alto del collado que es una altiplanicie con sensacionales vistas al valle que hemos dejado atrás y a los Picos de Europa a nuestra derecha, y hacia ellos vamos.
Caminamos en procesión, cansados y con la cabeza gacha; se equivoca el primero y todos detrás. Nadie se percata de las señales que desvían el sendero y desembocamos en un barranco sin salida. Vueltas y más vueltas por prados y sendas diversas durante dos horas y varios kilómetros, hasta que regresamos al lugar del fallo y localizamos las marcas para bajar a Lebeña.
El collado de Arceón tiene un desnivel de 500 m. en la subida desde Cicera y de 700 m. en la bajada, por lo que el descenso es muy pronunciado y duro pero llegamos por fin, con mucho retraso y bastante cansados pero aquí estamos.
En Lebeña nos están esperando Miguel y José Ramón Colina, un compañero de Alicante que ha venido a saludarnos. Tras hidratarnos, descansar un rato y sopesar el resto de ruta que nos queda por carretera estrecha y complicada hasta Potes, decidimos que ya hemos caminado bastante hoy, así que partimos para allá pero en coche.
El albergue está situado en el subsuelo de una plaza, en pleno centro de la ciudad frente a la Torre del Infantado, y es un calco del de La Fuente pero más grande, encargándose de su gestión en la oficina de turismo donde nos facilitan una llave que nos permitirá libertad de horario, aunque estamos prácticamente solos y no molestaremos si regresamos tarde.
A María vienen a recogerla su hijo y la pareja de éste, así que nos tomamos unas cervezas con ellos y, de nuevo, despedida nostálgica. Hasta siempre Marruchita, ha sido un placer y una agradable experiencia conocerte. Volveremos a vernos.
Tras el aseo y un breve descanso recorremos la villa de Potes, capital de la comarca de Liébana, cuyo casco antiguo fue declarado conjunto histórico-artístico en el año 1983 siendo su emblema la Torre del Infantado, actual ayuntamiento, una casa- torre medieval del siglo XV principal testigo de las luchas lebaniegas. El primer Duque del Infantado, título concedido por los Reyes Católicos en el año 1475, fue Diego Hurtado de Mendoza. Visitamos los bares y tiendas del centro encontrando una de licores y orujos en la que se puede degustar toda su producción, por lo que salimos de allí con un perdigón en el ala.
Paseando, paseando, nos topamos con el propietario del restaurante “El Cenador del Capitán” que, disfrazado de lugareño de época, nos oferta una cena a base de entrecot a precio muy razonable que algunos decidimos probar. Al comedor, situado en la buhardilla, se accede a través del taller-museo-tienda de artesanía en el que está convertido el edificio donde se ubica y es realmente encantador. Tomamos una excelente cena atendidos con simpatía y profesionalidad , resultando un lugar absolutamente recomendable.
Después nos reunimos con Julián y su hermano Paco que han preferido degustar en otro sitio alguna de las muchas especialidades de la zona, y nos sentamos en una terraza a charlar mientras tomamos un digestivo gin-tonic. Estamos cansados por las cuestas de hoy pero mañana será una jornada suave ya que sólo caminaremos hasta Santo Toribio, así que no hay prisa en ir a machacar esos buenos colchones que tienen las camas de este estupendo albergue.
Amanecer en La Fuente. Vista desde el albergue
Subiendo al collado de Hoz
Estamos arriba
Hay cientos de estas florecillas
Cicera en el fondo del valle
Modelito para la colección (para cuando surja lo de la bonoloto)
Hotel El Molino de Cicera
Ahora toca el collado de Arceón
Ahí vamos
Este ejemplar lleva aquí unos cuantos años
Cicera desde el collado de Arceón
Nos hemos perdido
Preocupación en los rostros
Seguimos deambulando
Rodeados de "cojines de monja"
Ya encontramos el camino de bajada a Lebeña
Estás "perjudicao", Juanico
En Lebeña Paco señala de dónde venimos
En Potes cervecita con el amigo Colina que ha venido a saludarnos
Foto de despedida con María
Un saludo, las fotos están geniales. Una consulta, hay mucho desnivel de subida en los collaos de hoz y arceón?. Tengo una rodilla tocada y quiero hacerlo el proximo fin de semana. Gracias
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ResponderEliminarHola buenos días.
ResponderEliminarEste sábado un grupo de 11 personas de la Cofradía de Santiago Apóstol de Oviedo vamos a realizar el camino a partir de Cícera, quería preguntaros que tal está para hacerlo en bicicleta, gracias.